viernes, 9 de marzo de 2018

Universidad Central del Ecuador


El origen de la Universidad Central del Ecuador se remonta a la creación de tres célebres instituciones educativas de la historia colonial del Ecuador: el Seminario de “San Luis”, la Universidades San Gregorio Magno, fundada en 1651 de los Jesuitas y la Universidad Santo Tomás de Aquino, en 1681, de los dominicos.  

Las universidades San Gregorio Magno y Santo Tomás de Aquino fueron instituciones privadas, mientras que la que resultó de estas dos, la Universidad Central de Quito tuvo su origen como la primera universidad estatal.

El 18 de marzo de 1826 y una vez constituida la Gran Colombia, en la Ley General sobre Educación aprobada por el Congreso de Cundinamarca se decretó que: “En las capitales de los departamentos de Cundinamarca, Venezuela y Quito se establecerán Universidades Centrales que abracen con más extensión la enseñanza de las Ciencias y las Artes.


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domingo, 4 de marzo de 2018

Falta de apoyo a los estudiantes de Vinculación con la Sociedad

Taña Cruz dice que falta de apoyo.

Jessica Silva.- En la Universidad Central del Ecuador es obligatorio cumplir con la asignación de Vinculación con la Sociedad (VS) en los semestres de quinto y sexto, tal como lo estipula la malla curricular. Los estudiantes se distribuyen en diferentes grupos, con diferentes temáticas y profesores para llevar a cabo el trabajo que exige vinculación con la sociedad. 

La iniciativa de Vinculación consiste en el conjunto de acciones y procesos académicos ejecutados por los departamentos en cooperación con sectores externos a la Universidad en algunos casos vulnerables de la sociedad. La idea es trabajar colectividad de manera comprometida a través de la responsabilidad social.

Vinculación con la Sociedad permite al estudiante mejorar habilidades y desarrollar el liderazgo conociendo realidades con las que él va a trabajar cuando sea profesional. Sin embargo, en la Universidad Central se han presentado problemas en cuanto al poyo a los estudiantes para desarrollar estas actividades estudiantiles. 

Jonathan Navarrete, estudiante de sexto semestre de la Facultad de Comunicación Social (Facso) menciona que su actividad de vinculación se lo tiene que llevar a cabo en la provincia de Cotopaxi, pero a pesar de que la Facultad cuenta con buses, su grupo no pudo darles uso ya que estaban ocupados por alumnos de la Carrera Histórico Cultural y tenía que ir al terminal Quitumbe y viajar en trasporte púbico.

Cuenta que una vez que llegaron al Cotopaxi, el destino de la vinculación se demoró en llevar a cabo las actividades antes organizadas porel problema antes mencionado del transporte y ya no se encontraban los encargados ya que el profesor no les había mencionado que llegarían 2 horas después, irritado que se tardaron en llegar por fallas en el trasporte.

Luis Velasteguí, otro estudiante de la Facso, pertenece a las actividades de Vinculación con la Sociedad de quinto semestre, menciona que en el trascurso del semestre le han cambiado dos veces de profesor. Al final quedándose con la tutoría del profesor Roque Rivas Zambrano, que tomó el cargo y la responsabilidad de llevar ese grupo de jóvenes. Luis cuenta que, por falta de tiempo, solo harán un periódico digital cuando el tema inicial era la tecnología en las zonas rurales de Quito.

En el caso de los estudiantes del área de salud, se complica aún más. María Belén Ulloa, estudiante de la Facultad de Enfermería, cuenta que tenían que desarrollar sus actividades de Vinculación con la Sociedad en Pedro Moncayo. Consistía en “combatir la desnutrición y desparasitación”, en todo el cronograma una de las funciones que tenían que realizar era desparasitar a varios niños.

Las pastillas desparasitarías jamás llegaron al sitio de la Vinculación. Las explicaciones de las autoridades es que las pastillas están en los centros de salud y no para “hacer prácticas”. En vista de eso lo único que hicieron fue dar charlas de nutrición a padres de familia, para desarrollar un poco el proyecto de vinculación que tenían desde un principio.

Taña Cruz, secretaria del área de Vinculación, indica que en el caso del transporte la demanda de los jóvenes estudiantes es grande y que los proyectos salen de la cuidad y que es un tema del decano y de una organización interna de la Facultad. 

Martha Duque, coordinadora general de Vinculación con la Sociedad de la Universidad Central del Ecuador, menciona que el trabajo es constante y la coordinación de vinculación trabaja para presentar mejoras en los proyectos. Una de las soluciones que presentan para que no existan inconvenientes con los profesores es que serán calificados en las evaluaciones de docentes, y así ellos actuaran con responsabilidad.

En el caso del área de salud, cree que es importante que los coordinadores de cada facultad del área de Vinculación con la Sociedad deben explicar que cada proyecto tiene que presentar una solicitud a los organizadores de área de vinculación detallando lo que se necesita para realizar los proyectos y que se va a facilitar todo en cuanto a medicina para el área de salud siempre y cuando se lo presente con tiempo.


Dato

La falta de ayuda a los estudiantes de la Universidad Central del Ecuador en el área de vinculación con la sociedad.

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Testimonio: Proyecto de Vinculación en Tungurahua



Luis Velasteguí y Joselyn Vilatuña, proyecto de Tungurahua.- Vinculación con la Sociedad se debe aprobar como materia extra en quinto y sexto semestre, y este es el testimonio de uno de los cursantes.

Testimonio
Mi nombre es Sebastián Almeida, curso quinto semestre de la carrera de Comunicación Social. Estoy en el proyecto de vinculación llamado Escuela de Comunicadores Comunitarios de Tungurahua, con la profesora Cristina Benavides.

Esta escuela se encuentra en la ciudad de Ambato, provincia de Tungurahua, específicamente en la Casa de la Cultura Benjamín Carrión. En ella se imparten charlas educativas sobre comunicación y manejo de medios, el contenido se trabaja por módulos. Actualmente estamos en el tema sobre la radio. En este proyecto estoy a cargo de la logística, es decir, la organización de los encuentros. Tomo lista a los asistentes, recojo las tareas de la semana y participo activamente en los talleres, al mismo tiempo que enseño, también aprendo.

La expectativa que tenía al empezar este proyecto era ver el aula llena. Lastimosamente esto no ha sido posible debido al carácter de los talleres. La gente deja de ir conforme avanzan las clases. Ahora contamos con una base de cuarenta personas aproximadamente.

El hecho de que este proyecto se desarrolle fuera de la provincia ha ocasionado una dificultad en común para quienes participamos, el transporte. Facso cuenta con dos buses propios, pero estos no nos han sido facilitados para movilizarnos con vinculación. Para cumplir con el trabajo, gastamos nuestro dinero en pasajes, seis dólares, para buses interprovinciales, y como el almuerzo es opcional, no lo compro porque gastaría aún más.

Existe apoyo por parte del área de vinculación y la Facso mantiene el proyecto y los capacitadores son docentes de la Facultad que van de manera voluntaria a dar charlas, sin remuneración de por medio, pero también considero que falta un poco de empeño, primero en el tema del transporte y después para la difusión de la iniciativa.

A pesar de esto, participar de esta escuela me ha servido como experiencia de inmersión en la realidad de las zonas rurales de nuestro país, conocer sus dificultades y saber que ellos también merecen espacios en los medios de comunicación para difundir sus ideas, y proponer soluciones en pos del bienestar comunitario. Y en el ámbito profesional, este curso me ha permitido adquirir nuevos conocimientos en cuanto al diseño de estrategias de comunicación y trabajo en grupo.

Solo espero culminar con éxito mi trabajo en esta escuela, aprobar Vinculación I y el próximo semestre seguir con otros proyectos que me ayuden a seguir creciendo.

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sábado, 3 de marzo de 2018



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Base Legal



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El Vicerrectorado Académico y de Posgrado junto con la Dirección de Vinculación con la Sociedad, realizaron una reunión de trabajo con los coordinadores y responsables de vinculación con la Sociedad de las facultades de la Universidad Central del Ecuador, para analizar la propuesta “Manejo de la coordinación de los proyectos de Vinculación con la sociedad”, el mismo que será presentado a los miembros del Honorable Consejo Universitario para su revisión y aprobación.

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viernes, 2 de marzo de 2018

Vídeo: Vinculacion con la Sociedad



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Facso en sociedad: La comunidad a través de los niños


Cuatro estudiantes de la FACSO trabajan en conjunto con la comunidad de El Cajas para incentivar a los niños a la lectura. Actividades didácticas y de recreación se llevaron a cabo durante seis semanas.


Karol Herrera y Antonela Calle Avilés.- Es un sábado, día de descanso, y nos hubiera gustado dormir hasta tarde. El bus de la Facultad de Comunicación Social (Facso) sale temprano para llevar a los estudiantes a diversas comunidades de Cayambe. Aproximadamente a las 6:30 de la mañana los jóvenes empiezan a llegar a la Facultad. El frío de la mañana los tiene tiritando: estamos a 11 grados centígrados.

El grupo de estudiantes son de quinto semestre de la Carrera de Comunicación Social. En el patio principal de la Facultad esperan a que lleguen todos sus compañeros para poder partir. A las 7 del día el grupo de 9 estudiantes se completa. El bus de la institución es de color blanco en la parte de adelante y en la de atrás de color negro. Un colibrí multicolor, ubicado en el centro, separa los dos colores.

Los estudiantes se ponen en fila para subir al vehículo. Todos están sentados de par en par, mientras cinco conversan, el resto se preparan para dormir un poco. El chofer del bus, un hombre amable y atento al saludar. Aparenta tener aproximadamente unos 40 años. Lleva puesto una gorra azul obscura y una chompa del mismo color. Enciende la máquina y se ponen en marcha hacia el norte del país.

Durante el viaje, seis estudiantes van durmiendo, un para van colgados de sus celulares y el resto observa por la ventana el cambio de ciudad a campo. Luego de una hora y media de viaje por la Panamericana Norte, pasando Cayambe, encontramos con el redondel Ibarra-El Quinche. A lado del redondel está el Hotel Miraflores y una gasolinera de Petroecuador. En un rótulo rectangular, verde obscuro, dice “El Cajas”. 

El bus toma esa dirección. Se desvía de la carretera principal y toma la vía Tabacundo-Cajas. Un camino mojado con un poco de lodo a causa de la lluvia hace que el conductor conduzca a menor velocidad. Quince minutos después el bus se detiene, su primera parada es la comunidad de El Cajas. Se bajan cuatro estudiantes: Paúl, Adrián, Vanessa y Catherine. 

La comunidad de El Cajas se encuentra rodeada de montañas, que son abrazadas por una liviana niebla. Estamos a tres grados menos que en Quito. Se siente el frío penetrando los gruesos abrigos que llevamos puestos. La casa comunal es una media agua, pintada de blanco y tomate, con techo de zinc. El patio de la casa mide aproximadamente unos diez metros cuadrados. No se ve ni una hierba en él, todo está cubierto de cemento. La lluvia también ha llegado hasta ahí, por lo que el patio está mojado.

Entramos al aula que la comunidad ha preparado, ya se encuentran los niños y niñas, en total son catorce. La casa por dentro tiene un color rosado pastel y un verde bajo. Tiene una mesa larga de madera de dos metros de largo. Hay también dos pequeñas mesa de hierro. El resto está lleno de catorce bancas largas de madera y hierro. Su piso es de cemento. El salón es húmedo, tiene un leve olor a pintura guardada. El techo se está resquebrajando por la filtración del agua. Tiene una ventana larga de un metro y medio y otra pequeña de medio metro. Las ventanas no logran alumbrar todo el salón, cuatro lámparas de focos largos se ubican en recompensa.

La sala comunal no es un ambiente que invite a divertirse a los pequeños. Es el único espacio en donde pueden juntarse. Los niños y niñas nos ven llegar. Algunas caras están a la expectativa de lo que se hará y otras un poco curiosas. Se empieza con la presentación de cada uno de los y las niñas. Luego se hace una dinámica, a la que todos se integran fácilmente. El juego consiste en responder con antónimos las palabras que dice el coordinador. Si dice blanco, los niños dirán negro y viceversa para lograr confundirlos. El juego termina con risas y luego se les invita a dibujar.

En el grupo de niños nos encontramos con una niña pequeña, de aproximadamente siete años. Nos llama la atención. Su nombre es Vanesa, al igual que la compañera estudiante de la Facso, a diferencia de una “s” menos.

-Se llama Vanesa, como yo, y trae consigo recuerdos de mi infancia por la timidez de sus ojos y la sombría lejanía de su presencia...-, dice Vanessa Arrobo.

Ella es ante todo una mujer joven, apasionada por la fotografía. Su rostro fino brinda confianza y a la vez da seriedad. En la comunidad El Cajas tiene a su cargo guardar las memorias de esta experiencia. Documenta las travesuras de los niños y niñas, como las de Juan y Camila. También de Daniela, quién siempre está pendiente de su hermanita Cristina. Las miradas perdidas de los niños distraídos también captadas. Entre ellas, la tristeza y la timidez de Vanesa, su tocaya.

La pequeña Vanesa, viste un abrigo rosado, que resalta la ternura de su gesto triste. Sus ojos son pequeños y negros, sus pestañas son rizadas. La niña se muestra reacia a aceptar el requerimiento que han hechos los universitarios para dibujar.

Los chicos y chicas de vinculación han propuesto a los niños que dibujen a su familia. Diez niños no han esperado ni un segundo para empezar con la tarea. El resto se encuentran jugando. Otro es el caso de Vanesa que se encuentra totalmente desmotivada. Sostiene el lápiz en su mano derecha y tiene la mirada perdida en algún recuerdo.

Al cabo de cinco minutos, la pequeña Vanesa empieza a dibujar. Se acomoda en medio del piso de cemento pese al frío del piso de cemento. Traza, con desgano, unas líneas. Estas van dando la forma de un velador grande. El mueble tiene cinco cajones que son pintados de café. A lado del velador dibuja un pequeño perro. Al animal no le pone ningún color. Al final dibuja a tres personas. A “papá José”, a su hermana Daniela y a ella misma. Los retratos no reflejan gran emotividad.

Cerca de Vanessa se encuentra Cathy, otra estudiante de vinculación. Catherine Molina tiene 22 años. Tiene una actitud serena. Pero cuando hay que poner límites a los niños y niñas, lo hace con firmeza. Se escuchan unas voces.

-¡Cathy, Cathy, Cathy!–. Varios niños pronuncian su nombre para resolver dudas sobre la tarea que fue asignada. Ella, paciente, se acerca a ellos y repite, una vez más, las indicaciones.

Cathy, luego de haber atendido a los niños, regresa su mirada a Vanesa. Ve con curiosidad el dibujo que la niña hizo. Lo que resalta es el enorme velador café. Su curiosidad le vence y decide preguntar a la niña sobre el dibujo.

-¿Vanesa, qué significa tu dibujo, el velador?

Al instante sucede algo inesperado. Los pequeños ojos negros de la niña empiezan a humedecerse. A lado de ella está su amiga Anita. Ella viste un pequeño pantalón jean, con un saco café y unos zapatos de cuero. Anita, al ver que su amiga llevaba los ojos humedecidos, decide contestar por ella.

-En ese lugar guardan las cenizas de su madre-, indica Anita.

Vanesa se hecha a llorar mientras permanece sentada en el suelo. Con un poco de agua que le da Cathy la niña se calma. Al terminar con los dibujos, salimos a un pequeño receso de quince minutos. Cuando llegó el momento de reintegrarnos al aula, Vanesa se negó a entrar. Luego de un momento por fin aceptó reintegrarse. No se despidió de nadie al terminar la jornada. Nunca más volvió. 

Tropiezos en el camino.

El siguiente sábado, se repitió la rutina, dos niños más añadieron al grupo. Sin embargo, los días 23 y 30 de diciembre del 2017 se suspendieron las clases por festividades navideñas y de fin de año.

Nuestra sorpresa al volver –nos cuenta Adrián, el sábado 6 de enero, fue que no más de tres niños nos esperaban en la casa comunal. El mensaje de que se suspendió en tales fechas y re retomaba en la indicada, no había sido llevado por el presidente comunitario a los niños. Ellos asumieron que no regresaríamos. Tras dialogar con la autoridad y él con los padres de los niños pudimos solucionar el inconveniente. Para el siguiente fin de semana, el aula estaba llena de niños entusiasmados que leían los cuentos clásicos que les habíamos llevado.

Adrián Laje y Paúl Mosquera discrepan de polo a polo en estatura y grosor. Son compañeros de cancha en un equipo de la Facultad. Aprovechan que la temperatura ha sido mucho más favorable que los otros días. El sol resplandece sin una nube que lo acompañe, los niños han asistido con ropa ligera. Las condiciones ameritan salir a jugar fútbol con los niños durante el receso. Paúl, sonriente y bromista corre entre los muchachos; Adrián, un poco más serio, se ha quedado en la portería. Improvisan con unos ladrillos en deterioro el arco. Los dos ya tienen ganado el cariño de los niños y niñas por las bromas y los juegos.

El partido termina 6-4 a favor de los niños. Un heladero, un hombre que vivía cruzando la casa comunal, escuchó la algarabía y acercó a promocionar los tradicionales chocobananas. Las paletas eran de guineo cubierto de chocolate y grajeas. Costaban tan solo 0.15 centavos. Todos compramos uno y nos sentamos a recibir el sol.

El último día con los niños.

Madeley Cabazcango, es una de las niñas que asisten al día final de vinculación. Viste un saco morado. Pantalón negro y zapatillas. Lleva una gorra en la cabeza, para protegerse del frío y llovizna que nos acompaña en la clausura. Mientras escribe una carta, comenta con uno de los jóvenes universitarios de la FACSO lo bien que se ha sentido en ese tiempo. Su brillo en los ojos expresa mucha gratitud.

Son las 12 del día. Javier Reinado, el presidente de la comunidad, nos sorprende con su visita. Es un hombre joven, bordea los 40 años. Es amigable con los niños y muy atento con los jóvenes. Se pone al frente del aula y empieza a hablar para todos.

-Agradecerles el espacio de tiempo que han tenido para poder dedicarse, y poder ayudar a estos niños durante estas seis semanas. Niños, - Javier pronuncia casi en todo profético- ustedes escúchenme un momento, ¿han escuchado hablar de los universitarios de la Universidad Central del Ecuador, tal vez?

-Sííí–, responden todos al unísono. –Ellos son estudiantes de una de las mejores universidades del país. Tienen que ver su ejemplo y llegar a ser como ellos. Así que démosles un fuerte aplauso– y las palmas de los niños resuenan en la habitación.

Son las 2 de la tarde. Regresamos al bus. El sol intenta hacer un poco de compañía. Con las ventanas cerradas, hemos logrado entrar en calor. Volvemos por la misma ruta, pero algo en los muchachos ha cambiado. Al recoger la experiencia en la comunidad El Cajas, dan como conclusión que en realidad los que aprendieron fueron ellos. Aprendieron de los niños y niñas a ser más humildes.

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Universidad Central del Ecuador

El origen de la Universidad Central del Ecuador se remonta a la creación de tres célebres instituciones educativas de la historia col...